quinta-feira, 6 de outubro de 2011

Hablando de La Paz:

Escuchame una vez más: estoy ante vosotros en actitud de humilde súplica, de enérgica súplica. Naturalmente, lo estáis intuyendo ya: quiero hablaros una vez más de la Paz.Sí, de la Paz. Quizá creáis conocer todo respecto de la Paz; se ha hablado tanto de ella, por parte de todos. Posiblemente este nombre invadiente provoca en vosotros una sensación de saciedad, de hastío, incluso quizá de temor de que, dentro del encanto de su palabra, se esconda una magia ilusoria, un nominalismo ya manido y retórico, y hasta un encantamiento peligroso. La historia presente caracterizada por feroces episodios de conflictos internacionales, por implacables luchas de clase, por explosiones de libertades revolucionarias, por represiones de los derechos y de las libertades fundamentales del hombre, y por imprevistos síntomas de precariedad económica mundial, parece echar abajo el ideal triunfante de la Paz, como si se tratase de la estatua de un ídolo. Al nominalismo huero y débil, que parece adoptar la Paz en medio de la experiencia política e ideológica de estos últimos tiempos, se prefiere ahora nuevamente el realismo de los hechos y de los intereses y se vuelve a pensar en el hombre como el eterno problema insoluble de un autoconflicto viviente: el hombre es así; un ser que lleva en su corazón un destino de lucha fraterna. Frente a este crudo y renaciente realismo proponemos no un nominalismo, derrotado por nuevas y prepotentes experiencias, sino un invicto idealismo, el de la Paz, destinado a un progresivo afianzamiento. Trabajos dos alumnos de español, ensenanza media sobre "La Paz":





                                                               

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